sábado

El espejo que tiembla

El espejo que tiembla
Abelardo Castillo
Seix Barral - 2005


Quinto libro de cuentos de Castillo, quinta parte de lo que ha dado en llamar Los mundos reales. Ese marco, ese subrayado encuadra a los relatos que contiene. Relatos que mezclan, casi en todos los casos, el mundo real con el mundo de los sueños, con la fantasía, con la paradoja temporal del pasado que deja de ser un rastro de la historia para personificarse en el presente de algunos personajes. Porque de eso se trata el esqueleto de El espejo que tiembla: convertir el tiempo no ya en escenografía de la trama, sino en el hilo mismo con el que se urde la narración. Entonces es literariamente posible que el mundo ficcional supere los límites de lo creíble y abreve en el estilo argentino clásico para el género de la ciencia ficción. Alguno de los cuentos que bordean esa tradición parecen torcer el rumbo hacia el realismo mágico y el relato -y el libro en su conjunto- pierde potencia. Afortunadamente eso no es todo y aquellos pocos cuentos que se quedan del lado más intrincado de la realidad son los que hacen que el lector quiera un poco más de Castillo. Sea o no vanguardista sostener esa afirmación.

Leer más...

miércoles

Once tipos de soledad

Once tipos de soledad
Richard Yates
Emecé - 2002


Richard Yates se revela como un escritor de una potencia narrativa extraordinaria a pesar del despojo de su pluma. En los once cuentos que constituyen Once tipos de soledad recorre una galería de situaciones y personajes que, de tan reconocibles, posibles y cercanos, pueden ser una tentación para una narrativa que se sirva de la cáscara para producir efectos cercanos al golpe bajo. En el caso de Yates, deja de lado cualquier superficialidad y urde sus tramas con hilos profundos, mostrando la cara visible de la soledad, el abandono, el dolor, el absurdo como una máscara trágica, una interpretación posible del padecer de cada personaje alrededor del cual gira la soledad. La apuesta es arriesgada ya que no hay nada más extraordinario que la misma construcción de cada historia, los diálogos y las escenografías que el lector intuye como no premeditadas, como encontradas y, por lo tanto, genuinas. Que pueda ser sindicado como un padre joven y desentendido del minimalismo ejemplificado en Raymond Carver no es más que una circunstancia feliz, valga la contradicción con la naturaleza de este libro.

Leer más...