jueves

Arte menor

Arte menor
Betina González
Clarín/Alfaguara - 2006


La primera novela de Betina González es incómoda. Y en eso reside uno de sus mayores valores. Es una novela bien escrita, trabajada, con matices que se entreveran en las palabras como pequeños juegos del inconciente más que como una pista para el lector, más que como una necesidad de La Trama; hace a la construcción de la narración sin detenerse a pensar quién es el que está del otro lado de la página, quien degusta -o no- las palabras que van armando la vida de un personaje que, vuelta de tuerca a la estructura, es conocido pura y exclusivamente por la imagen fragmentaria, caprichosa, viciada de reflejos especulares que tienen otros sobre él, es decir por una narración coral. No hay voz del padre muerto, hay citas, dichos que dicen que dijo y demases. Es la deconstrucción de un padre y no el superficial barniz justificativo de la búsqueda de alguna verdad sobre su vida. Así como su protagonista tácito Fabio Gemelli, el resultado de la lectura de Arte menor tendrá la diversidad del aspecto coral que usa la autora para retratar ya no exclusivamente al narrado, sino a los narradores que moldean, cincelan, pulen la vida después de la muerte de un escultor mediocre. Las fantasías quedan expuestas por superposición: el bulín que era un aguantadero guerrillero no es sino el antro de falsificadores de monedas: todo sin prevenir el cambio de eje porque el cambio de eje, a lo largo de la novela, es previsible, transparente: si tiene forma de thriller afectivo lo que importa no es mantener un secreto hasta el final, no es poner pistas falsas en el camino para asombrar con un final por el que la difunta Agatha Christie daría a cambio la eternidad; lo que importa es lo que se urde, el hilo, la trama y no la apariencia de la tela. Es la narración de la salida de una herida profunda y antigua, arcaica, esencial, inevitable. Es una trampa que habla sobre la simulación simulando la sencillez de una chica del conurbano bonaerense.

La primera novela de Betina González es incómoda. No ha sido un éxito de mercado como otros premios Clarín o el de cualquier otro tanque editorial. No es una novela de una construcción sorpresiva, de una erudición aplastante que aguijonée la curiosidad de la intelligentzia argentina. No tiene ninguna intención de coquetear con la vanguardia petardista, ilustrada, cacofónica y filoescatológica. Es una novela, es literatura.


PD: ¿para qué publicitar la novela con las espantosas y falsopoéticas declaraciones de Saramago justificando su fallo?