martes

La Isla del Tesoro

Robert Louis Stevenson
Selecciones Juveniles de Editorial Eva - 1963


Jorge Luis Borges sostenía que los mejores libros son aquellos que se leen, nunca los que uno escribe. Más allá de la precisión o no del asunto, sostuvo sus dichos con una relectura constante de la obra de Robert Louis Stevenson, en quién reconoce a uno de sus maestros. La Isla del Tesoro es un escrito que marcó a fuego la novela de aventuras y plantó bandera, precisamente, dándole entidad propia de subgénero a la novela de piratas y búsqueda de tesoros y constituyéndose en una novela de iniciación en los clásicos de la literatura universal. Inspirada en el dibujo de un mapa que hizo su hijastro, Stevenson construye su propio mapa y con él la trama de la novela. Los primeros capítulos los forjó a pura tertulia familar, incluyendo a su padre, de quien Stevenson tomó la meticulosa descripción que hizo del contenido del cofre del tesoro del pirata Boone. Esta novela de Stevenson fue la que introdujo en el mundo simbólico de su época (y de las subsiguientes) la estética de los piratas en islas del mar Caribe; los loros sobre los hombros; los parches que reemplazan cuencas de ojos vacías y los ganchos que reemplazan manos y las patas de palo que reemplazan piernas; los mapas de tesoros en islas indómitas; las señales de su localización con una ó más X rojas. Tomando lo que estaba a su disposición (el Robinson Crusoe de Daniel Defoe, el Moby Dick de Herman Melville, entre otras influencias concientes o no), hizo lo que un buen chef: preparar con buenas materias primas un plato único, sabroso, que perdura en la memoria. Como si esto fuera poco, La Isla del Tesoro es, también, una lectura sobre el sentido social del uso del dinero y una elipsis moral sobre la ambición humana.