martes

Charles Baudelaire - Las flores del mal

1948 - Editorial Losada



En uno de sus libros, Henry Miller hablaba de los libros cuyas lecturas le dejaron huella y de volver a ellos ya habiendo transitado por la propia vida. Las flores del Mal es una de esas obras a las cuales la pena volver o ir, si aún no se ha tenido la experiencia de su lectura. Visceral, crudo, directo, con virulencia, Baudelaire trama una obra en la que imprime un notorio tempo musical. Alrededor está la mística de la prohibición de seis de sus versos en el año de su publicación. Y la respuesta poética del agregado de 32 poemas que terminan de elevar el punch estético de este libro.

Leer más...

jueves

Johnathan Safran Foer - Todo está iluminado

2007 - De bolsillo/Sudamericana


La primera sensación puede ser la confusión, el sentirse enredado en capítulos disociados en el tiempo y el estilo, en la grafía y en la voz. Una vez ubicadas las fichas (es decir: identificados los personajes y la naturaleza de cada "tipo de texto"), la novela se desliza y arma no ya un collage, no ya un montaje, sino un vitraux a través del cual la luz puede apreciarse en su diversidad, en su desvío. Safran Foer urde una trama no tan compleja de leer como de explicar; construye una escultura narrativa con una suerte de cajas de sorpresas literarias que tienen la particularidad de introducirse unas dentros de las otras, siendo contenido y contenedor al mismo tiempo. Por un lado echa mano de sí como personaje, no ya narrando en primera persona como tal, sino siendo un protagonista tácito. Un personaje que es construido por otro que es escrito por el escritor; un personaje al cual Alex (el co-protagonista) apela en cartas y narra en una novela en la que cuenta su experiencia de guiar a Safran Foer por Ucrania en busca de una mujer octagenaria de la cual tiene dos trazos de un imaginario mapa: una foto de ella adolescente y el nombre de un pueblo que desapareció tragado por la tierra -literalmente hablando-, sesenta años antes, después en un ataque de los usurpadores nazis. Safran Foer es objeto de la epístola, objeto de una narración y escritor de los capítulos en los que cuenta la historia de su propia familia; la historia que -nunca se sabe- necesitaba completar o comenzar a escribir a partir de esa búsqueda. La búsqueda de la mujer que salvó a su abuelo, acto que dio lugar a su propia vida, al permitir que continuase la cadena genealógica. Su agradecimiento por aquel salvataje a su antepasado no es sino su propio agradecimiento y, claro está, su sospecha respecto de esa mujer como el verdadero amor de su abuelo.

Todo está iluminado tiene como valores degustables un humor filoso y sin concesiones; momentos de un profundo dramatismo; y una precisión respecto de la violencia nazi en la que nunca recurre al golpe bajo. Le basta con narrar. Le basta con decir los hechos sin regodearse en dolores, ni en llagas, ni en charcos de vísceras. Expone una violencia seca, breve y contundente como el famoso cross a la mandíbula que sostenía Roberto Artl; rápida y feroz como el disparo de cualquier revolver de la máquina de matar; tan irritante y revulsiva como el odio que representa. Safran Foer teje y desteje el humor judío. Se victimiza y critica la victimización y no deja lugar a reclamo porque Safran Foer es judío. Un judío que se permite modelar una muy buena novela y hacer querible a un ucraniano antisemita: querible para él (personaje y escritor), querible para el lector. Y ambos, judío y ucraniano antisemita, irán girando, modificándose juntos. Y en pinceladas sutiles e inolvidables, Safran Foer dejará abiertos interrogantes sobre las buenas intenciones, la inocencia, el desparpajo, la sumbversión de los valores establecidos, lo ridículo de puritanismo y lo inmodificable de la condición humana. Y usa a personajes secundarios de una potencia arrolladora (el abuelo de Alex y su perra Samy Davis Jr. Jr; el pequeño Igor, la abuela de Safran; la anciana que no es la de la foto aunque así lo crean y viceversa) a los fines de narrar y de sentar posición, como cuando pone en boca de una moza ucraniana un brillante dicho sobre la xenofobia: "Digale al judío que lamento haberle dicho judío". Si no es con ese humor corrosivo, paradójico y crítico (y con la caída y el abandono de la necesidad de un dolor amcestral, lascerante y obsceno) que se abren nuevas cuestiones profundas respecto del sentido de la vida que alguien me diga cómo.

Leer más...

martes

Frankenstein

Mary Shelley


En 1818 se publicó por primera vez Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley; dos años después de la mítica noche de ajenjo y relatos de terror en casa de Lord Byron donde se gestó, en medio del sueño, en el límite entre la pesadilla y la revelación, la novela que narra la relación entre el Dr. Víctor Frankenstein y su creación, La Criatura un hombre vuelto a la vida desde la mismísima entraña de la muerte. A lo largo de la historia, Hollywood y despresión americana mediante, el monstruo le fue robando el nombre a su creador así como la versión fílmica protagonizada por Boris Karloff le robó el alma/esencia a la novela. Quien se adentre en la lectura de esta fabulosa (en el más amplio sentido del término) narración, será puesto frente al relato que el moribundo Dr. Frankenstein le hará al capitán del barco que lo rescata en pleno viaje hacia el Polo Norte. El Dr. Frankenstein va siguiendo a su creación, no puede seguir escapando de lo que ha creado. Porque La Criatura dista de ser un torpe gigantón sin habla y sin moral: es, por el contrario, un sujeto que viene de un viaje que ningún otro antes realizó: vuelve de la muerte, (re)nace; cuestiona y se cuestiona, se angustia, se violenta, no entiende, desespera, urde, trama. Quien se anime a entregarse a la lectura de esta perla gótica, se encontrará con profundas reflexiones sobre el sentido de la vida, sobre la construcción del sujeto, sobre las resposabilidades de dar vida, sobre el padre y el hijo, sobre el duelo. Embebido en un paisaje de ciencia ficción de la más pura, apunta preguntas sobre la ciencia y el sentido del avance teconológico, en concordancia con la revolución industrial de su tiempo; cuestiona las lecturas morales y empañadas por las buenas costumbres y levanta dudas sobre el rol de Dios. Quien se deje sacudir por el desarrollo de los acontecimientos, quien se atreva a meterse en un agua mucho más turbia de lo que parece, hallará en Frankenstein no sólo un desafío a preguntarse sino una novedad respecto de lo que, hasta su lectura, creía saber sobre uno de los monstruos más famosos de la cultura occidental.

Leer más...

Zapatos italianos

Henning Mankell
Tusquets - 2006


Hace tiempo pensaba en la precisión de la palabra en aquellas novelas no policiales de escritores cuyo fuerte es (en tanto reconocimiento de la obra) la novela policial. Zapatos italianos es una de esas novelas. Y, a su vez, es una historia que trasciende a un género, porque sin ser policial, lo es; sin ser una novela de amor, lo es; sin ser un mural de color local, lo es. Y así pasando por la novela de iniciación, la novela erótica, el el diario íntimo, el registro periodístico. La traducción de Graciela Montes Cano casi no se nota: es una cicatriz cuyo rastro deja al descubierto una forma de belleza y la imposibilidad de acudir al libro en el idioma original. En definitiva, el texto no se muestra dañado a ojos del lector en español. Mankell es un virtuoso que maneja los hilos del relato con un ritmo tal que, sin necesidad de hacer vertiginosa la lectura, provoca ganas de seguir leyendo el libro. En síntesis, parece haber dado con la cadencia justa para narrar lo que narra. Y, por si fuera poco, habla del amor y del discurso amoroso; de la fantasía; de lo im/posible.

Otra de las virtudes del escritor sueco reside en exponer varios tipos de llagas sin resultar obsceno ni desagradable. De ese modo, desafecta el texto de todo rastro de golpe bajo e instala una dimensión poco habitual: una cara límpida del dolor; una muestra indiscutible de algunas bajezas extremas con palabras que las eximen de provocar revulsión para dar paso a una tensión que se instala muy cerca al drama existencial, de las preguntas profundas como las aguas heladas de la laguna que es parte de una promesa de amor en el relato. El por qué del título es, entre otras cosas y en el tránsito de la lectura, una muestra de la sutileza del relato.

Leer más...

La Isla del Tesoro

Robert Louis Stevenson
Selecciones Juveniles de Editorial Eva - 1963


Jorge Luis Borges sostenía que los mejores libros son aquellos que se leen, nunca los que uno escribe. Más allá de la precisión o no del asunto, sostuvo sus dichos con una relectura constante de la obra de Robert Louis Stevenson, en quién reconoce a uno de sus maestros. La Isla del Tesoro es un escrito que marcó a fuego la novela de aventuras y plantó bandera, precisamente, dándole entidad propia de subgénero a la novela de piratas y búsqueda de tesoros y constituyéndose en una novela de iniciación en los clásicos de la literatura universal. Inspirada en el dibujo de un mapa que hizo su hijastro, Stevenson construye su propio mapa y con él la trama de la novela. Los primeros capítulos los forjó a pura tertulia familar, incluyendo a su padre, de quien Stevenson tomó la meticulosa descripción que hizo del contenido del cofre del tesoro del pirata Boone. Esta novela de Stevenson fue la que introdujo en el mundo simbólico de su época (y de las subsiguientes) la estética de los piratas en islas del mar Caribe; los loros sobre los hombros; los parches que reemplazan cuencas de ojos vacías y los ganchos que reemplazan manos y las patas de palo que reemplazan piernas; los mapas de tesoros en islas indómitas; las señales de su localización con una ó más X rojas. Tomando lo que estaba a su disposición (el Robinson Crusoe de Daniel Defoe, el Moby Dick de Herman Melville, entre otras influencias concientes o no), hizo lo que un buen chef: preparar con buenas materias primas un plato único, sabroso, que perdura en la memoria. Como si esto fuera poco, La Isla del Tesoro es, también, una lectura sobre el sentido social del uso del dinero y una elipsis moral sobre la ambición humana.

Leer más...

lunes

Seda

Alessandro Baricco
Anagrama - 1997


Seda se escapa de las generalidades a partir de torcer algunas cuestiones clásicas de la literatura romántica: un viaje a tierras exóticas, un erotismo contenido, amor/pasión a primera vista, silencio. Es precisamente en lo que representa esta última palabra donde reside la mayor potencia de esta historia que se sostiene en el estilo conciso, con precisos y preciosos trazos poéticos de la pluma de Baricco, en la solvencia de la trama, en la construcción del relato. Es más la tensión que subyace a las palabras, como ríos subterráneos del texto, que lo que éstas expresan y exponen en la escritura. La elección del siglo XIX como momento histórico; la compra de gusanos de seda en Japón como hilo narrativo; el encuentro que despierta en su protagonista, Hervé Joncour, una pasión abrasadora por una mujer enigmática, fuera de lo esperable en un contexto tan poco apto para el amor y el erotismo, inaccesible y prohibida; una esposa que lo sorprende, aún después de muerta, trocando su aparente sometimiento en una dimensión real de lo erótico; son los elementos con los que Baricco construye un tejido cargado de silencios densos y reveladores. Es en esos instersticios de la historia, en esas grietas que se llenan de los misterios de la pasión, donde el lector se pregunta, supone, descubre y devela sus propias inquietudes sobre la esencia de lo que lee. Coincidiendo con las palabras del autor: "todas las historias tienen su música" y "...cuando la tocan bien, es como oír tocar el silencio". De eso se trata Seda, una historia, ni novela, ni cuento. Mucho más que eso. Algo más que una historia de amor.

Leer más...

martes

El baile

Irène Némirovsky
Salamandra - 2006


Reeditada en español a más de 3/4 de siglo de su primera traducción y al amparo del premio post-mortem concedido a la escritora por su novela Suite francesa a 52 años de ser asesinada en Auschwitz, El baile es un profundo y contundente relato bajo la apariencia de una situación cotidiana típica: la tensión en la relación familiar, con el condimento de la distancia explícita entre padres e hijos con forma de crianza en el encierro y el desapego característicos de los principios del siglo XX. A medida que el lector se deja llevar por la pluma ágil e incisiva de Némirovsky, la aparentemente simple trama cotidiana deja expuestos los mecanismos de represión en el núcleo de La Sociedad; lo que se arrastra como una genética familiar aún cuando el azar provoca un giro en apariencia beneficioso en la vida (una fortuna inesperada producto de un movimiento en la bolsa de acciones, en este caso); las frustraciones y la diferencia entre ser espectador (asumir el rol impuesto) o actuar tomando el control (subvertir el orden establecido). La autora hace uso de la vida de Antoinette Kampf para ir por un camino muy distinto al de los relatos iniciáticos: no hay una penetración del mundo adulto en el mundo adolescente como signo de un crecimiento sino un acto del mundo adolescente que, mediante la venganza y la humillación a sus mayores, reubica ese mundo adulto que la expulsa, la niega, la cercena y la recluye. En El baile, la venganza está ligada a la curiosidad sexual de la adolescente Antoinette: es consumada en el momento en que su institutriz se queda de arrumacos con su amante mientras a la jovencita le es encargado el destino del baile que organizaron sus padres. Ese enfrentamiento frontal, esa ruptura con el destino trágico (tan inesperada como el azar pero que se escapa a su lógica por ser acto) parece ir a contramano de la vida de Némirovsky quien escapó de la revolución rusa de 1917 por su condición de aristócrata pero que fue asesinada por los nazis por su condición de judía. El baile es un escrito de una lectura rápida y efectiva como un golpe bien asestado.

Leer más...

jueves

Las correcciones

Jonathan Franzen
Seix Barral, 2004


Si hubiera que evaluar a Jonathan Franzen por esta novela podría afirmarse que es un escritor de una pluma sólida, exhuberante, cargada de un humor ácido, clacisismo y una precisión inusual; afirmación que puede apoyarse en una traducción a la que casi no se le notan los hilos maníqueos del viejo lema freudiano traduttore tradittore. En Las correcciones, Franzen expone la vida de una ¿prototípica? familia estadounidense contemporánea y escapa de la tan valorada coralidad a partir de la construcción del relato desde la individualidad de los integrantes de una familia: más que coreutas, Los Lambert son los componentes -rápidamente identificables- de una maquinaria que, a pesar de lo patético de lo que produce, funciona a la perfección. La familia presta a sus integrantes/personajes para construir una historia que no los aúna, incluso que los fragmenta y los expulsa del seno familiar, pero que a su vez los hace formar parte de un destino indivisible, inexorable de la novela familiar.

En el por momentos demasiado extenso relato, quedan expuestas las llagas de las vidas de los integrantes de la familia apenas encubierta por algo parecido a la caridad por el personaje de Enid, la madre y esposa abnegada, terca y ciega a todo aquello que no revista un aura de felicidad y unión imposible para esos personajes disjuntos. A medida que la novela avanza, se profundiza el patetismo, se agravan las enfermedades, se descalabra la puesta en escena, aparece la purulencia que pretende ser encubierta: se devela la mugre almacenada bajo la alfombra del bienpensar. No es de lo más importante el destino -en el sentido de la commedia-de cada uno de los Lambert: es en el tránsito hacia ese destino donde reside la riqueza del relato; dejando al descubierto la superficialidad del contacto entre los componentes de la maquinaria familiar. Aparecen el reclamo, los desaires, las limitaciones, las imposibilidades. Aún a pesar de su título, esta novela no provee de un final correctivo para ninguno de los personajes. Mutan, es cierto. Atraviesan experiencias que los modifican, los alteran e, incluso, los adulteran .

Las correcciones puede parecer pretensiosa en cuanto al espectro que pretende abarcar y extensa, más allá de lo digerible y tolerable. Como producto estético, Franzen hace una apuesta arriesgada, al borde de la macchietta, y sale de ella con los bolsillos colmados de una novela que puede leerse como una radiografía de las aspiraciones yanquis previas a los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Leer más...

miércoles

La melancólica muerte del Chico Ostra

Tim Burton
Anagrama - 1999


La obra de Tim Burton me parece tan buena que carezco de cualquier infructuoso intento de objetividad al apreciarla. Su incursión en las letras es a través de un bestiario infantil que expone, con la rigurosidad de la palabra escrita y el dibujo alusivo, la forma más descarnada de su estética. Sólo basta con ver al Niño con Clavos en sus Ojos en su apabullante inmovilidad, por tomar un ejemplo que me conmovió, para saber que uno va a atravesar un libro que lo dejará con una sensación de cansancio, un puñado de angustia que se manifiesta en el cuerpo, con picos de humor negro y vidas y muertes descarnadas. La poesía de Burton se urde con lo ingenuo, lo infantil y lo mórbido; y construye la narración apoyada en el impacto visual de los exquisitos dibujos en acuarelas nacidos de cabeza y manos del señor Tim. Incluso, sobrevive a la espantosa traducción de Francisco Segovia que hizo lo posible por destrozar el texto y que se pone delante de la obra inventando un personaje inexistente con el (adjetivar como le plazca) nombre de ¡Paquito Serra! Sugerencia para quienes lean en inglés: ir al final del libro donde el texto está en su idioma original, a forma de un mea culpa de los secuaces de Herralde.

La melancólica muerte del Chico Ostra propone una galería de personaje rayanos en lo siniestro y lo horroroso que, en su camino arman un collage, una barrera para detener otros miedos. Si bien el libro tiene todo para considerarlo provocador de agobio y desazón, su lectura no será una pesadilla. Aunque exponga esas vidas como llagas sin ninguna anestesia, el final de boca de la lectura será cercano a la melancolía, como lo anticipa el título. La tristeza que inyecta al leerlo es el motor de la lectura, el humor negro el combustible, un cuento de hadas oscuro y siniestro, el resultado. Son niños excluidos, marginados; son aberraciones estéticas; fallidos acontecimientos de sus padres arrojados a zanjas de los más diversos órdenes; freaks arrojados a su propia suerte. Si uno recortara el universo en esos niños, lo normal dejaría de ser lo que es. Ese es el mundo que construye Burton: un mundo fantástico donde lo verosímil es capaz de asimilar hasta la más afiebrada imaginación. Esa construcción es la que hace de Tim Burton un gran artista.

Leer más...

martes

El poeta asesinado

Guillaume Apollinaire
Malinca Pocket - 1964



Apollinaire presenta la vida de Croniamantal, un poeta de procedencia indefinida y cuyo lugar de nacimiento se arrogan muchas poblaciones en los más diversos países. Un poeta sin origen claro, una invención de lo popular, un pasado recreado por esos otros que definen, en tanto inventores, el pasado del poeta. Apollinaire narra, cuenta, juega, yuxtapone, hace saltimbanquis de las palabras y se da el lujo (quizás el que deberían darse los escritores en general y los poetas en particular) de no explicar absolutamente nada. La vida de Croniamantal se va urdiendo a medida que pasan las páginas y de acuerdo a los caprichos (entendidos como la decisión unilateral y unívoca del sentido) de la pluma de un escritor que se destacó por ser el referente de la poesía cubista (y su notable influencia en pensar el arte en general y de cómo subvertilo en particular) y uno de los escritores fundantes del movimiento surrealista.

Es a ese devenir caprichoso, a las imágenes yuxtapuestas, a los desvíos por fuera del sentido común, a los sobresaltos eróticos, a la impronta poética del texto a los que el lector deberá abandonarse para poder navegar, de la mano de Apollinaire, por la vida de ese otro poeta -asesinado- que se constituye en el emisario de una nueva perspectiva del mundo, de la poética, de la palabra. La persecusión, la marginación, los amores como terremotos, la fantasía colectiva a su alrededor, incluso sus momentos de gloria, hacen de Croniamantal un adelantado de la vida y muerte de algunos poetas que lo antecedieron y sucedieron; metaforiza con sí al resto, teje con los hilos de una vida ficcional el movimiento del escritor que está detrás. El poeta asesinado envuelve, en su lógica, un mundo único e irrepetible; un mundo al que estamos invitados a entrar dejando de lado los prejuicios de la lectura; subsumiendo la verdad en manos de lo verosímil. Que el libro se publicara por primera vez al mismo tiempo en que a Apollinaire le extraían una esquirla de su cabeza (producto del estallido de un obús mientras era voluntario en la Primera Guerra Mundial) es lo anécdótico de La Realidad que bien podría haber formado parte de su febril ficción. Que El poeta asesinado sea el prolegómeno de sus caligramas y otras formas de exploración del lenguaje no hacen sino darle a este texto la dimensión de ser gestor fundamental de lo mejor de la poética de Guillaume Apollinaire.

Leer más...